viernes, 19 de octubre de 2012

LOS HIJOS DE LA "IBERIA FECUNDA


Los españoles constituirían la otra colectividad fundamental las grandes oleadas inmigratorias de 1870 a 1930 y serían parte esencial del crecimiento y progreso de Rosario en las primeras décadas del siglo XX, de la mano de comerciantes de diversos rubros, sembré todo, y de los cientos de almaceneros de ese origen que instalaron sus negocios en todos los rincones de la por entonces apacible ciudad. Aquellos inmigrantes provenían en su mayor parte de tierras asturiana, gallegas y vascongadas, pero vinieron también andaluces, canarios, catalanes y castellanos, sobre todo a partir de los años del Centenario, cuando la guerra con Marruecos hizo que muchos españoles, en especial los jóvenes y otros que habían dejado de serlo no hacía mucho, Prefirieron emigrar a integrarse a los ejércitos que pelearían con los moros.
Tres millones y medio de españoles, en su mayoría galleaos, cruzaron el mar con la gran migración. Ya contábamos entre nosotros con los vascos, pastores y lecheros, arribados durante el auge lanar en el Siglo XIX. Este grupo creciente convocó luego a otros paisanos, incluyendo a no parientes. Así se agruparon en determinados puntos geográficos personas origen común. Vizcaínos y asturianos fueron los primeros eslabones esa cadena; igualmente los gallegos. La presencia galaica dio origen a que el gentilicio gallego se aplicara popular e indiscriminadamente los nativos ibéricos. Un millón y medio de españoles eligieron nuestro país para migrar, lo que constituyó un verdadero récord, pues en cetras naciones apenas superaron el medio millón. En Í9Í4, la décima parte de la población nacional era española.
( Ratier Op. cit.)

    Carina Frid consigna que la población española que eligió a  la Argentina como país de destino conformó uno de los núcleos mas numerosos de los españoles en el exterior, constituyendo la mayor colectividad hispana de toda América  del Sur. Desde fines del ochocientos y a lo largo del siglo XX, la colectividad hispana de la Argentina contó con una extensa red institucional(sociedades de ayuda mutua, asociaciones regionales, sociedades recreativas y culturales); económica (bancos, empresas);periodística e intelectual (prensa periódica, revistas, editoriales), de incuestionable impacto en la construcción de la íi dad argentina contemporánea.
 
La  investigadora citada señala acerca de la procedencia regional de los nutridos  contingentes llegados de la península ibérica: Los españoles que arribaron al país lo hicieron desde un arco regional plural: al concierto mayoritario de emigrantes procedentes de la cornisa cantábrica (entre los cuales  Galicia ha liderado el mayor aporte numérico, seguida por Asturias y las provincias vascongadas) se ha sumado un contingente relevante de castellanos-leoneses,  catalanes y andaluces, configurando un universo diversificado y visible en la vida institucional y social de la Argentina.
Catalán y empeñoso, Modesto Canut, que emigrara de su país y se radicara en Rosario en 1888, trabajó como capataz en un pequeño establecimiento confitero hasta contar con ahorros suficientes para independizarse. Poco después, con un préstamo bancario, abre una casa en sociedad  "Canut y Audet", para la fabricación de confites, grageas, pastillas, caramelos, dulces y bombones bajo la marca "La Mariposa", I n un local de San Juan y Moreno.
Disuelta la firma, rebautiza a ésta como "La Industrial" y entre 1 195 y 1904 incrementa su capital en forma notable; adquiere entonces un gran terreno en calle Pueyrredón entre Jujuy y Brown donde 1 1 instruye un importante edificio para su fábrica, importando a la vez maquinarias de Europa. En 1909, constituye una nueva sociedad. “Canut& Pujol”, aportando este último un importante capital a la empresa."La Industrial" tenía como especialidades las ya mencionadas, además de frutas en almíbar, turrones y barquillos al estilo español.  De estos dos últimos productos, se lee en La Nación, en 1910, la fábrica vende grandes cantidades.

También español, Víctor Echeverría tendría significación en el comercio rosarino desde la fundación, en 1902, junto a Pedro Eguina, de la "Ferretería El Gigante", en un pequeño local de calle San Juan, donde se vendían asimismo pinturas, armas y artículos navales. En 1908, con la incorporación de Esteban Morcillo, la firma pasa a ser "Echeverría &Morcillo", en el amplio local de San Martín 1058, con salida a calle Maipú, que subsistiría hasta ya iniciada la década del 70. Morcillo, nacido en Rosario en 1878 y muerto en 1951, tuvo asimismo destacada actuación política en la ciudad: concejal entre 1923 y 1930, ocuparía también la Intendencia Municipal, gestión durante la cual se encaró un plan general de pavimentos, se amplió el Parque Independencia y se habilitaron distintas plazas como la Bélgica, Saavedra y La República. Entre 1934 y 1935 sería senador provincial santafesino.
Venidos asimismo de España serían hombres cuyos apellidos tendrían sólida vinculación con el comercio y la riqueza, como los García, fundadores de "La Favorita" y los Cabanellas, cuya panadería y confitería "Europea", en San Luis al 1100, fuera durante décadas un comercio tradicional en la ciudad.
El iniciador de la empresa, Juan Cabanellas, nacido en Pollenza, un puerto de Mallorca, había trabajado en Uruguay como maestro primario, título obtenido en España, y llegó a Rosario en 1888, instalando la panadería y confitería que haría escuela en la ciudad, ya que de ella salieron muchos panaderos y reposteros que a su vez abrieron otros comercios del rubro; Bialet Massé ratifica en su informe que la panadería tipo del Rosario es la de don Juan Cabanellas, que tiene 50 operarios y 8 empleados y es al mismo tiempo la más importante fábrica de masas del interior. En 1898 pasa a ser propietario de un molino harinero en Maciel, de modesta producción, al que logra convertir en importante empresa en poco tiempo y un año más tarde se cuenta entre los fun­dadores del Banco Popular de Rosario y luego, de la compañía de seguros "La Unión Gremial", junto a otros empresarios de la industria molinera.
Los Terán, propietarios de la "Tienda Buenos Aires", y los Casas, que tuvieron a través de uno de ellos, Casiano, muerto en 1925, un importante papel en el desarrollo de las explotaciones agropecuarias, industriales y el negocio inmobiliario, constituyen nombres igualmente insoslayables de la colectividad inmigratoria hispánica. Casiano Casas presidió la comisión del Hospital Centenario, ocupó también una banca en el Concejo Deliberante rosarino, y fue uno de los directivos de la Sociedad Rural y el Banco Municipal de Préstamos.
Caso similar sería el de Juan Fuentes, cuyas rentas anuales en 1910, por las ganancias de la producción de sus campos y estancias, alcanzaban a la friolera de 3 millones y medio de pesos moneda nacional y cuyo "Palacio" homónimo se alza aún en la esquina de Santa Fe y Sarmiento como símbolo de su solvencia económica, obtenida en la ciudad que eligiera como residencia.
Este español, que había llegado a Rosario en 1872, luego de vivir un tiempo en Paraná, se dedicaría inicialmente a la cría de ovejas y luego a la adquisición de campos, terminando hacia 1912 como dueño de varias estancias en Santa Fe: "Estancia Fuentes", "Las Mercedes","San Tiburcio", “ San Justo","VillaVista","La Sepultura". Se asoció asimismo a firmas comerciales, y fue propietario de valiosos inmuebles en Rosario del mismo modo que lo hiciera su compatriota Juan Canals.
Notorio en el comercio de la ciudad sería asimismo otro español, de las Islas Baleares, Miguel Montserrat, nacido en 1868 y arribado hacia 1880, fundador, con Pedro Remonda, de otra de las grandes empresas dedicadas a la venta de madera y maquinarias agrícolas: "Remonda, Monserrat y Cía.", instalada en 1898 como sucesora en realidad de la antigua firma británica "Glover,Temple y Cía.", y de su continuadora "Pritchard y Cía."
El establecimiento comercial de la firma y los depósitos de Catamarca y Dorrego, ocupaban a más de 300 operarios y empleados, contando con muelle propio en el llamado Embarcadero Arijón, en el que podían atracar los grandes barcos que transportaban maderas y máquinas para el establecimiento. A mediados de la década del 20, manteniendo la actividad importadora de maderas, hierros y artículos de ferretería, la empresa había expandido sus rubros a la fabricación de sogas, hilo sisal y clavos (para cuyos respectivos productos patentaría las marcas "La Paloma" y "La Victoria"), y de bolsas y lonas a través de La Victoria S.A.
Monserrat, muerto en 1943, formaría parte de la mayoría de las instituciones tradicionales de la ciudad y presidiría el Banco Montserrat, símbolo del poderío económico de la familia, fundadora del mismo.
 
Podría citar otros muchos nombres de españoles, de fuerte y respetada consideración, como los hermanos García, con su espléndido comercio de telas; los Rey con su gran bazar, o don Toribio Sánchez, médico, ex diputado en las Cortes españolas, que dirige, muy cerca de Rosario, magníficas estancias, y el señor Montserrat con sus grandes comercios de ferretería, que mueven millones de pesos por año, su corralón, sus fábricas de clavos y sacos. Parecióme el señor Monserrat uno de los motores principales de la vida comercial de Rosario.
(Adolfo Posada: Pueblos y campos argentinos, Editorial Caro Raggio, Madrid, 1926)
 
Significativa relevancia tendría asimismo "Colombres y Cía.", otra de las firmas reconocidas de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX, fundada por Lástenes Colombres; la empresa tuvo corta vida, pero en 1902 su hijo Gervasio la reactivó, en sociedad con Augusto Otero, constituyendo la firma definitiva, en cuyos escritorios, en Córdoba 1221, se concretaban los negocios de la empresa con algunos de los grandes ingenios azucareros de la Argentina, como "San Juan" y "La Esperanza". Colombres tendría, asimismo, destacada actividad en la industria licorera, con la fábrica instalada en Bvard. Oroño 740, donde se elaboraba, por ejemplo, la caña "El Colono", una de las más popu­lares de los primeros años del siglo XX, consumida preferentemente por carreros, cocheros y estibadores en los bodegones y despachos de bebida de la ciudad.
Gervasio Colombres protagonizaría una notoria actividad en la ciudad tanto en el marco de la vida de instituciones como el selecto Club Social, que presidiría entre 1904 y 1905, y de 1918 a 1924, como en el escenario político local, a través de su participación en la revo­lución radical de 1893, llevado por sus simpatías de entonces hacia la figura de Leandro Alem, y luego en la creación de la Liga del Sur, que lo llevaría a representar al ulterior PDP como diputado constituyente en 1921, cuatro años antes de su muerte, ocurrida en Córdoba en enero de 1925.
El ya mencionado libro editado por Lloyd's de Londres en 1911, incluye entre los rosarinos expectables y adinerados a otro hijo de inmigrantes españoles, Luis P. Suárez, un escribano nacido en abril de 1864 y muerto en 1931, quien se dedicó también a la política y que en 1903 presidió el Banco Provincial, cargo que ya había ejercido entre 1898 y 1902, siendo uno de los responsables de su saneamiento; estuvo entre los fundadores del Jockey Club y de la Sociedad Rural, fue dueño de una gran estancia, "La Ernestina", en Villa Constitución, concejal y presidente del Concejo Deliberante de Rosario en 1909 y senador en el Centenario por el departamento General López.
Profesional exitoso, había levantado su mansión, un chalet "estilo inglés", en la esquina de Bvard. Oroño y Rioja, que da mucho aspecto a la ciudad, según la aludida publicación.
De origen familiar ibérico, aunque él había nacido en Rosario, sería también una de las grandes firmas comerciales del Rosario finisecular, la de Ignacio Granados, quien abre su comercio de importación en 1895 en Córdoba 943 y se convierte en representante de productos nacionales y extranjeros, algunos de primer nivel, y de firmas de fuerte movimiento económico como H. Guillot y Cía, productora del popular "Chocolate Godet"; Bagley; Seeber Hermanos, fabricantes de jabones; Destilería de Buenos Aires, elaboradora de la también conocida línea de licores "Cusenier"; Polledo,Torres y Cía., que distribuía en todo el país su sidra "El Gaitero", y otras.


Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “década infame” Tomo I  Autor Rafael Ielpi Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens Ediciones