miércoles, 17 de octubre de 2012

GRANDES NOMBRES, GRANDES OBRAS


La inmigración iba a traer también a la ciudad a decenas de arquitectos, ingenieros, agrimensores, constructores y artesanos italianos, muchos de ellos provenientes del Piemonte, que tendrían que ver, como se dijo, con la construcción de los grandes edificios oficiales y privados y con las mansiones burguesas.
Matamoro, al recordar que recién en 1904 egresarían los primeros profesionales de la flamante Escuela de Arquitectura porteña, consigna que en 1900, como en toda la Argentina, la profesión de arquitecto es potenciada ante las exigencias de mayor calidad técnica de las obras. No obstante, la inmensa mayoría de los profesionales es todavía europea. Entre los pocos nacionales menudean los apellidos de la oligarquía, dado que la carrera tolo puede cursarse en Europa y resulta, por lo tanto, costosa.
Entre esa pléyade de profesionales italianos pueden citarse casos como el de Gaetano Rezzara, un ingeniero de Vicenza, nacido en 1857, de firme adhesión al garibaldismo, que trabajaría profesionalmente en la ciudad desde finales del siglo XIX, a quien se reconoce como autor del proyecto de ampliación del Palacio Municipal de Rosario 1890/96), mérito que también reclamara para sí, por lo menos en parte, Cario Giuliani, quien en sociedad con Rezzara tuviera participación en la construcción del inicialmente denominado teatro "Gran Politeama", luego "Teatro Colón". Rezzara, que falleció en Rosario en 1915 y a quien se le otorgara el contrato de construcción de la sede municipal, delegaría dichos trabajos en los constructores Cremoni y Conti. Algunas de sus obras importantes fueron, entre otras, las residencias de la esquina sureste de Córdoba y Balcarce, Bvard. Oroño 1341 y  Urquiza 1285.
Igual prestigio tendría Italo Meliga, un piamontés nacido en 1859, graduado en la Universidad deTurín como arquitecto e ingeniero, autor de algunas obras perdurables como las residencias de Enrique Astengo, en Córdoba 1864 y la de la familia Castagnino, en la esquina suroeste de Maipú y San Juan, y a quien se da asimismo como autor del proyecto definitivo del "Hotel Italia", en 1890. Junto a otro compatriota, el ingeniero Juan Bosco, con quien se asociaría en una compañía constructora, Meliga había proyectado el llamado Palacio Pinasco, de (Córdoba y Oroño.  A Bosco, de origen genovés y nacido en 1852, se debió a su vez el proyecto de una construcción arquetípica de la segunda mitad del siglo XIX: la llamada "Casa de Comas", y el de Otra ligada de igual modo a la historia de la ciudad, el edificio de la "Logia Masónica Unión", en calle Laprida, subsistente hasta avanzada la década del 50, cuando "masonería" era una palabra que poco o nada decía ya a las nuevas generaciones de rosarinos.
Rezzara y Meliga habían tenido participación asimismo en la construcción del Hospital Italiano Garibaldi, en la década del 90, cuyo proyecto fuera realizado (y donado a la institución) por otro arquitecto italiano, Francisco Tamburini, llegado a la Argentina en 1881 y radicado en Buenos Aires, donde realizara obras relevantes como la Casa Rosada, sede del gobierno nacional, y el actual "Teatro Colón" porteño. Igualmente reconocido sería Abraham Pozzo, otro piamontés que arribara a Rosario en 1887 y que colaborara también en las obras del Hospital Italiano y del Mercado Modelo, dejando muestras de su capacidad en el complejo de viviendas de calle Salta entre Moreno y Dorrego.
Coincidentemente con las últimas décadas del siglo XIX, profe­sionales italianos como Demetrio Isola tenían ya predicamento en la ciudad desde bastante antes; el mencionado arquitecto proyectaría el edificio del Mercado del Sud o Mercado Sud, en 1855, luego sucedido por el Mercado Central (actual Plaza Santiago Montenegro), proyectado por el arquitecto José Hortal, con Zacarías Manoni como constructor. Isola había integrado el mismo año una comisión municipal encargada de zanjar arduos problemas catastrales en la ciudad y su nom­bre está unido además a la creación del Monumento a la Constitución de 1853, que estuviera emplazado en la Plaza 25 de Mayo.
Nombre importante sería asimismo el de Felipe Censi, otro egresado de la universidad turinesa, quien residió en Rosario a partir de 1886 y es autor de obras significativas en la ciudad en las primeras décadas del siglo: el edificio de la Bolsa de Comercio (1907), en calle San Lorenzo al 1067; el edificio del Hospital Español y el Banco Español del Río de la Plata; el Colegio del Sagrado Corazón, en Mendoza 1951; la actual sede del Obispado de Rosario, construida originalmente como residencia de Alejandro Moreno, y dos construcciones aún subsistentes: la de Santa Fe 1076 y su propia vivienda, emplazada en la calle Santa Fe y Entre Ríos, esquina noreste, con su cúpula verde Nilo que señala aún en el tercer milenio, enhiesta y pese al abandono de la planta alta del hermoso edificio, su condición de sobreviviente a tanta piqueta demoledora y a tanta Imprevisión colectiva para la preservación del patrimonio urbano y arquitectónico de Rosario.
Censi, que murió en Rosario en diciembre de 1935, proyectaría asimismo las recordadas mansiones de José Arijón, levantada en la esquina noreste de Laprida (entonces calle Comercio) y Santa Fe, y de Camilo Aldao, en Córdoba entre Buenos Aires y 25 de Diciembre, en la que de 1889 funcionó el "Grand Hotel Americano".Igualmente destacados en los años finales del siglo XIX e inicios de. fueron otros profesionales italianos como Francisco Petrarca, quien a partir de 1888 trabajaría en la ciudad, con proyectos relevantes como el del convento e iglesia de San Francisco Solano, en Córdoba y Bvard. Avellaneda, o el genovés Adelqui Di Francesco Ballestrero, instalado hacia 1870.
A esa nómina meramente enunciativa, debe agregarse asimismo al arquitecto Juan Bautista Arnaldi, nacido en la actual Imperia (entonces Porto Mauricio) en 1841, quien proyectaría en la ciudad la actual Iglesia Catedral, y los ingenieros-arquitectos Víctor Cremona y Silvio Contri, autores del proyecto del teatro La Opera (actual Teatro El Círculo). Contri tendría a su cargo más de una década después de su propuesta arquitectónica para el teatro La Opera, elevada en 1889, otro proyecto perdurable: el del edificio originalmente ocupado por la Secretaría de Comunicaciones de México DF, que hoy alberga al magnífico o Museo Nacional de Arte, frente a uno de los paseos públicos mis bellos de la capital mexicana, la Plaza Manuel Tolsá, a la que también enfrenta otra joya arquitectónica: el Palacio de la Minería. Contri fue uno de los arquitectos italianos de renombre contratados por el presidente Porfirio Díaz, en el marco del proyecto del dictador vitalicio de integrar a México a la modernidad que acarreaba el nuevo siglo.
Al lado de arquitectos e ingenieros tuvieron su espacio, y muy Amplio, los constructores, también oriundos de la península itálica, como Alessandro Máspoli, a cuya empresa se deben el "Savoy Hotel"; el Hinco Francés; el edificio de "La Bola de Nieve", proyectado por Le Monnier; el de la empresa Chiesa y Compañía, sobre calle San Lorenzo, con su torre erguida hasta casi la década del 70; la todavía subsistente residencia de José Firpo, en Córdoba al 1900, en el mencionado Paseo del Siglo; las construcciones de Buenos Aires 1038; San Martín 364/72, que fuera residencia de José Arijón, Santa Fe 1857 y Santa Fe esquina Pte. Roca (esquina noreste), donde estuviera emplazado el "Hotel Rex".
A esa nómina de constructores debe sumarse en forma especial a Enrique y Segundo Taiana, italianos, con una serie de viviendas pertenecientes a familias de notoria capacidad económica como la de Copello, en Córdoba al 1700, y las de José y Arnolfo Calvo, en 25 de Diciembre 848 y 847 respectivamente y las residencias emplaza­das originariamente en calle San Lorenzo 1045 (hoy sede de una ins­titución oficial), 1121 y 1383, y la de Santa Fe 1045.
Constructores y profesionales relevantes serían asimismo los Candia y los Micheletti. Rafael Candía, italiano, llegó a Rosario en 1890, siendo reconocido cuatro años más tarde por la Municipalidad como "maestro de obra" e iniciando entonces la actividad de su empresa constructora. Con ella, realiza edificios reconocidos como el de la "Farmacia y Droguería del Águila", en San Martín 850, construido en 1895 y demolido en 1954 y el llamado Palacio Basualdo, en Avenida Pellegrini y Santiago. En 1909 incorpora a la firma a su hijo Rafael, nacido en Aieta (Cosenza) en 1885 y como "Candia e Hijo" construyen edificios como el de la esquina suroeste de Córdoba e Italia, proyectado por Christophersen, en 1911; el de "La Inmobiliaria", de Córdoba y Corrientes, levantado entre 1914y 1916, sobre proyecto de Juan Antonio Buschiazzo (1846-1917), y el del Jockey Club de Rosario (1913/16), del francés Le Monnier.
Luego de su retiro en 1915, el segundo Candia de esta dinastía de constructores encara obras relevantes como las del "Palace Hotel", de 1920 y la tienda "La Favorita". En 1925 se asocia con el ingeniero Carlos Isella, vínculo que perduraría hasta 1928; en ese lapso, la empresa, que pasa a denominarse "Candia e Isella", es responsable de algunas obras de relevancia en Rosario, en estilos diversos, como el Banco Montserrat, en San Lorenzo al 1300, de 1926, y el edificio de la empresa Bunge & Born, en la esquina suroeste de Santa Fe y Corrientes, pro­yectado por el arquitecto F. Naeff, de 1928.
Al producirse la desvinculación de Isella y el ingreso de Armando Delannoy, y como "Candia y Cía.", la firma constructora prosigue la ejecución de obras significativas en la ciudad, como las de "La Unión Gremial", en la esquina noreste de Santa Fe y Mitre; el Palacio Minetti, en Córdoba al 1400 y el Sanatorio Británico. Deben consignarse asimismo algunas residencias particulares importantes, varias de las cuales subsisten gallardamente en el siglo XXI: Córdoba 617, Santa Fe 880, Santa Fe 1372, Entre Ríos 756, esquina suroeste de Mitre y Tucumán , etc. Al morir su titular, en 1964, un tercer Rafael, arqui-tei 10, asumiría la conducción de la empresa familiar.
Antonio G. Micheletti, un ingeniero paduano nacido en 1871 y muerto en 1940, sería el iniciador de otra gran empresa constructora en la ciudad, continuada por sus hijos José Agustín (ingeniero) y Tito Carlos  los (arquitecto), ambos rosarinos. El primero (1896-1940) estudió en Buenos Aires y ejerció asimismo la docencia universitaria, mientras el segundo, nacido en 1894 y también graduado en la capital argentina, compartiría la dirección de la empresa que tendría a su cargo la construcción de edificios relevantes desde los mismos inicios del siglo XX. Entre éstos pueden mencionarse el Hospicio de Huérfanos, el Asilo de Mendigos, el Hospital de Caridad, el Círculo de Obreros Católicos, en Entre Ríos al 1200; el anexo del Banco de la Nación, en San Martín casi esquina Córdoba, aún de pie; el Teatro Odeón (1926), actual Auditorio Fundación Héctor I. Astengo, y algunas obras vinculadas a lo eclesiástico, como la capilla de Nuestra Señora de la Misericordia y otras en importantes ciudades argentinas, así como las residencias de Italia 909 esquina Rioja, San Martín 750, Mitre 738/54, Entre Ríos 1254 y Sgto. Cabral 156, entre otras.
A esa legión de constructores, mayoritariamente italianos, que ni 1 ha ron a la ciudad en las décadas finales del siglo XIX y comienzos del XX, deben agregarse nombres y apellidos como los de Ludovico Cicotti, Antonio Brindisi, Giambattista Gaggero. José Badini, Pedro Pinazzo, Pesinetto, Pontiggia, Castiglioni y otros
También tendría significación en la ciudad entre ambos siglos, la obra de arquitectos europeos: ingleses, franceses, alemanes. El más reconocido de los primeros sería sin duda Herbert Boyd Walker, nacido en Huddersfield en 1865, quien había estudiado en Leicestershire y traillado en Liverpool junto a prestigiosos arquitectos. Arribado a la ciudad en 1886 para hacerse cargo del proyecto de construcción de los talleres del Ferrocarril Central Argentino, de capitales británicos, en Avenida Alberdi y Junín, viajaría luego a Canadá para regresar en 1893 al país y radicarse en forma definitiva en la ciudad en 1910
Tuvo a su cargo también el proyecto del Palacio de Justicia, frente a la Plaza San Martín, junto a su compatriota y colega John Currie, con el empresario catalán Juan Canals como financista del para entonces monumental emprendimiento arquitectónico. Abandonado por la desidia oficial, cobijaría finalmente a la Facultad de Derecho y el Museo de Ciencias Naturales "Angel Gallardo", hasta que un incendio (fruto del lanzamiento de bombas de estruendo por una manifestación de protesta) afectó, en junio de 2003, parte de la hermosa estructura proyectada por Walker, desnudando la imprevisión y el desprecio oficiales acerca de la preservación de patrimonios como el antiguo edificio y avivando, recién entonces, el interés comunitario por su recuperación.
Le pertenecen asimismo otras dos construcciones aún subsistentes: la entonces llamada cárcel penitenciaria, en Ovidio Lagos y Montevideo, y el "Hotel Savoy", en la esquina noroeste de San Lorenzo y Sarmiento, habiendo proyectado contemporáneamente la monumental estructura de la Jefatura de Policía y Cuartel de Bomberos, en Santa Fe al 2100 frente a la Plaza San Martín y algunas viviendas sobresalientes para su tiempo, como las que construyera en Bvard. Oroño 973,1340 y 1359; Entre Ríos 566, Sarmiento 633, esquina noroeste de Urquiza y Mitre, Mitre 473, Corrientes 299 y la emplazada en la esquina noreste de San Lorenzo y Paraguay, proyectada con Juan B. Soler, con quien estuvo asociado, y cuyos tejados verdes presiden todavía esa céntrica ochava. Vivió en calle Salta 1840 y fue miembro de la London Architectural Association y de la Asociación Central de Arquitectos de la Argentina. Falleció en la ciudad en diciembre de 1910.
Del mismo origen eran Charles Evans Thomas, a quien se debe la mansión que Nicanor De Elía mandara levantar en el entonces Bvard. Santafesino (hoy Oroño) y Mendoza, demolida en 1967/68; Percy Clarke, nacido en 1862 y muerto en 1930, autor del proyecto de la estación conocida como Sunchales, del Ferrocarril Central Argentino, y Arthur Hernet Inglis, a quien se debe el del Colegio de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, todavía subsistente en Salta y Ovidio Lagos, y la vivienda de Entre Ríos 750.
El llamado "academicismo francés" en la arquitectura, que imperara en el país entre 1880 y el Centenario aproximadamente, llegaría con retraso a Rosario y perduraría unos años más. Esta arquitectura, en realidad, había sido introducida en el país a través de la poderosa porteña de origen terrateniente, adherida, en lo cultural, a parámetros,  modas y estilos franceses, como lo preconizara la Generación del 80. El habitual retraso de su imposición en la ciudad debemos atribuirlo por un lado al inevitable efecto de mimetización de las burguesía de   interior, es decir, que es una aceptación meramente superficial. Quizás ,el elemento esencial debe buscarse en el hecho de que el Rosario cosmopolita carecía de una oligarquía tradicional que pudiera apoyarse en un aparato cultural francés y que más aún, aceptara y deseara vivir a lo francés, tal cual sucedía con la élite porteña, señalan Gutiérrez y Viñuales en su pionero estudio Evolución de la arquitectura en Rosario 1850-1930.
En esta etapa es donde sobresale la obra de Eduardo Le Monnier, un parisino nacido en 1873, que se radicó en Buenos Aires y que en Rosario pondría su sello a obras como los edificios del Jockey Club, en la esquina sureste de Maipú y Córdoba y "La Bola de Nieve", en Laprida y Córdoba. Se le deben asimismo construcciones valiosas la subsistente en la esquina sureste de Entre Ríos y San Lorenzo, cuya parte superior, aun con supresiones, sigue conservando mucho de sus características originales; la que fuera casa central de la firma Castagnino Hermanos, en Corrientes al 300, aunque en este caso sufriendo los irreparables daños que conllevaron reformas arbitrarias cuando no irresponsables.
También le pertenecen los edificios de Córdoba 1560; la primitiva sede de "La Unión Gremial" (actual Banco de Boston), en la esquina sureste de Córdoba y Mitre, construida por Mazuchelli e Isellan el Centenario; la residencia de Alberto J. Paz, en Córdoba al 1500; la de San Lorenzo 1055, cuya construcción estuvo a cargo de Máspoli; la de la esquina noreste de San Lorenzo y Sarmiento, entre otras, o originalmente ocupado por la empresa Federico Meiners, en San Martín 1269, todavía subsistente. Algunas de las muchas construcciones de Le Monnier, pese a su formación académica, exhiben sin embargo rasgos del "art nouveau" o "modernismo", cuya influencia se hiciera visible en Rosario, desde los finales del siglo XIX hasta el une 10 de los años 20.
No menos significativa sería su labor porteña, con obras como el Palacio de los Fernández Anchorena, en la esquina noroeste de Avenida Alvear y Montevideo, de 1909, luego perteneciente a María Adelia Harilaos de Olmos, quien la donaría para sede de la Nunciatura, que la ocupa aún hoy; el Yatch Club Argentino; la sede central de "La Bola de Nieve" en la Capital Federal y algunas residencias particulares de significativa vigencia.
Emile Hughé, muerto en 1912, proyectaría el Banco Francés del Río de la Plata, en la esquina noreste de San Lorenzo y Sarmiento, otra de las interesantes construcciones que aún conserva la ciudad, aunque sometida al desinterés oficial y general por su conservación y mantenimiento; Augusto Plou, otro destacado profesional de ascendencia francesa, tendría a su cargo, en 1905, el proyecto de la Escuela Gobernador Freyre, luego Escuela Normal N° 2, en Córdoba y Balcarce. Plou sería responsable asimismo de la propuesta de reformas en el Teatro Colón de Urquiza y Corrientes en 1910, contando con el antecedente de ser el autor del Teatro Municipal de Santa Fe; proyectaría también algunas residencias de la alta burguesía rosarina, como la de Díaz de Fernández, en Córdoba 1547, frente a la actual Plaza Pringles, y la de Córdoba 2084, construida por Ferrari. Francés era asimismo Rene Barba, a quien pertenece el proyecto del Hospital Nacional del Centenario, una de las grandes obras surgidas en el fervor que despertaran en 1910 los cien años de la Revolución de Mayo.
Otro profesional recordable por sus obras es Juan B. Durand (1888-1934), un descendiente de inmigrantes franceses, autor de los proyectos del monumental Palacio Fuentes (1926), en la esquina noroeste de Sarmiento y Santa Fe, con sus puertas igualmente emblemáticas, procedentes de A. G.Wunsiedel, de Baviera (Alemania); del edificio de la esquina sureste de Mendoza y Sarmiento, ocupado originariamente por la Federación Agraria Argentina; el Club Rosarino de Pelota, en San Luis esquina Alem; la residencia de Leopoldo Uranga, en Santa Fe 730, actualmente sede del Consejo de Ingenieros; la vivienda de Santa Fe 880/82, construida por Candia e Isella; o su propia residencia, en la esquina noreste de Santa Fe y Dorrego, entre otras.
Destacadas entre las de la ciudad y, además, entre las del propio ed­ficio, las reconocidas puertas plafonadas del Palacio Fuentes, ubicadas en su ochava, representan un distintivo estético de alto contenido simbólico, constituyendo en sí mismas una verdadera obra de arte. Su "singular” similitud compositiva, así como la "evidente" licencia que se tomó su autor en el empleo de determinados elementos figurativos, que se hallan emplados con un ritmo definido, la vinculan ineludiblemente con las famosas "Puertas del Paraíso" (Baptisterio de Florencia, Italia, de Lorenzo Ghiberti), orientando a quien las diseñó, el artista Manuel Ocampo, en una búsqueda estética en fuentes europeas. Con tres metros de ancho por lineo metros de altura se representan en ellas "los cuatro vientos, las cua­tro estaciones, la ganadería, la agricultura y las razas humanas. Símbolos todos que definen los elementos que engendran el progreso y magnitud de este maravilloso joven pueblo".
(Viviana Marini: "Puertas de Rosario", primera parte, en revista Una mano, septiembre de 2003).

Meneen ser mencionados asimismo los alemanes Ernesto Sackmann, , autor del Palacio Recagno, actual Liceo "Bernardino Rivadavia", en Bvard. Oroño 1163, una de las construcciones notables de comienzos de siglo, con vitraux traídos desde Alemania, y de la residencia  N° 1045 del mismo bulevar, y George Goldammer, que tuviera a su cargo la finalización del proyecto del teatro La Ópera ( 1904) modificando parcialmente el proyecto original de los italianos Cremona y Contri; Raúl Zapata, un ingeniero nacido en Bolivia, que fuera proyectista  de la "Tienda Buenos Aires", edificio que subsiste con modificaciones en  la esquina noroeste de Córdoba y Entre Ríos y dictara cátedras en la Facultad de Ciencia Matemáticas; Alejo Infante, también ingeniero y docente universitario como el anterior, que proyectara el  Palacio Vasallo, residencia del prestigioso cirujano Bartolomé Vasallo en la esquina noroeste de Córdoba y 1o de Mayo, actual sede .del Concejo Municipal de Rosario.
Alejandro Christophersen, nacido en Cádiz en 1866 y muerto . en Buenos Aires setenta años después, otro de los nombres relevantes de. la arquitectura en la Argentina, sería responsable en la ciudad de edificios  que han perdurado en el tiempo, como los de la residencia de Pinasco en la esquina noroeste de Córdoba e Italia, actualmente ocupada por la Universidad Nacional de Rosario, el edificio de Italia y Santa Fe (esquina noroeste) o el de Pasaje Álvarez al 1500, sede hacia 1995 de una delegación del Senado santafesino. Ninguno de ellos  alcanzó sin embargo la magnificencia arquitectónica de algunas de sus obras porteñas, como el imponente Palacio de los Anchorena (1908), actual Palacio San Martín, frente a la plaza homónima, sede tradicional de la Cancillería argentina, en calle Arenales, el Hospital de Niños (1888), con Ernesto Bunge, o el Banco de la Nación Argentina (1923) en Rivadavia al 2800.
También inmigrante, aunque temporario y por razones distintas a las de cientos de miles de españoles que llegaron en busca de mejores horizontes, sería otro de los grandes arquitectos europeos que dejaron en Rosario la impronta de su obra y, en este caso, de su personalidad, el barcelonés Antonio Roca i Simó (graduado en 1906 y arribado a Rosario poco después), cuyo parentesco con la familia Cabanellas, una de las "de fortuna" en el Rosario de comienzos de siglo, le facilitaría concretar en la ciudad un puñado de proyectos de real valor.

A Roca, exponente del llamado "modernismo catalán", una de las formas del "art nouveau" europeo, deben los rosarinos parte de su valioso patrimonio urbano sobreviviente: el Club Español, en Rioja 1052, cuya solución, señala el también arquitecto Mario Bonacci, es de especial impacto por lo atrevida y deslumbrante, con el vacío central gigantesco en función del desarrollo de la escalera principal; para plantear un espacio así, no sólo es necesario ser inteligente: también se necesita valentía; el llamado "Palacio Cabanellas", en la esquina noroeste de Sarmiento y San Luis; el edificio de la firma "Remonda, Monserrat y Cía.", en la esquina de San Lorenzo y Sarmiento (ochava noreste); el Banco de Castilla y Río de la Plata, en Rioja y Mitre, y el de la Asociación Española de Socorros Mutuos, en Entre Ríos y Santa Fe, frente a la que fuera residencia de Felipe Censi, todos ellos edificios absolutamente reconocibles, como lo es el de la antigua "Panadería Europea", en San Luis al 1100, propiedad también de la familia Cabanellas.

Todos éstos presentan una riquísima utilización de recursos afines al Modernisme Catalán, una formidable capacidad artesanal en el trabajo del hierro, el uso de azulejos, mosaicos, vitrales con una ornamentación que aprovecha motivos zoomorfos, antropomorfos y heráldicos. Una de las obras más significativas es el edificio del Club Español, con un espacio interior y un tratamiento del exterior, donde los tres vanos flanqueados por conjuntos escultóricos y ornamentaciones de hierro, acentúan la fuerza plástica del conjunto. Es notable la oposición entre el modo de producción artesanal del escultor Diego Masana y la ejecución industrial de la puerta de acceso en hierro, encargada a W. MacFarlane & Co. de Glasgow. La notable capacidad de Roca traducida en la calidad de su obra hace de estos cinco edificios buenos exponentes de una corriente que interesa en el panorama de la arquitectura argentina.
(Viviana Mesanich - Carolina Rainero - Graciela Schmidt Guy Van Beck - Claudia Chiarito: "Francisco Roca y el art nouveau", en Recorridos de arquitectura en Rosario, Centro de Arquitectos de Rosario, 1986)

Su obra, llevada a cabo en un lapso de tiempo que apenas supera un lustro (el período de su residencia en Rosario, única ciudad del país en la que se levantarían edificios proyectados por él), se concretaría en los primeros diez años del siglo XX, constituyendo sus obras, casi cien  después, ejemplos vigentes (y subsistentes por suerte) de un verdadero creador.
Roca trabajaría en la ciudad junto a un escultor sin duda también relelevante, su compatriota Diego Masana, un catalán nacido en octubre y muerto en Rosario en 1939, quien viajara a la Argentina en 1911 con su título de egresado de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y estudios inconclusos de arquitectura y medicina, además de algunos premios por sus trabajos escultóricos, como los de Viena, en 1904  y Zaragoza, en 1908.
En Buenos Aires, Masana ganaría el concurso para la decoración ornamental de la fachada del Banco Castilla y Río de la Plata. Dos años después, sus obras eran parte relevante de los edificios del Club Español y del Palacio Cabanellas, dos de los proyectos ambiciosos de Roca i Simó Fue autor asimismo del valioso pulpito de la Iglesia de San Cayetano, de trabajos en madera, y ejerció la docencia en el Círculo Artístico de Rosario entre los dos centenarios.
Otro colaborador de Roca sería uno de los miembros de una impar familia de artesanos, Salvador Buxadera (también compatriota, inicialmente asociado al pintor Eugenio Fornells en "Buxadera, Fornells y Cía.", con taller en Mitre 435, donde aún existe su casa familiar), cuyos vitraux, verdaderas obras de arte enmarcadas en el dominio impecables de la técnica del plomo y los cristales de colores, embellecerían también muchas de las mansiones y residencias rosarinas e iglesias, desde comienzos de siglo y hasta su retiro de la actividad.
Contemporánea de la obra modernista de Roca es la aparición en la ciudad de otras expresiones arquitectónicas del "art nouveau", realizadas entre 1900 y 1920, especialmente verificables en la fachada de algunos edificios de la zona céntrica rosarina, en muchos casos realizados y proyectados por constructores cuyos nombres no han quedado registrados. Otras viviendas que ostentan, aun con un visible eclecticismo, rasgos distintivos del "art nouveau", reconocen la autoría de arquitectos y constructores de cierta notoriedad en Rosario en el período aludido, como Amador y Rosendo Soler, Torcuato Nale, José Mompel,Virgili y Cisa, Crexell e Hijo, Perla y Rezzara y otros.
Algunas de esas construcciones sobreviven aún (en algunos casos lozanamente) en los primeros años del siglo XXI, como en los casos de las de Presidente Roca 455/59 y Moreno 840, realizadas por Nale y Mompel, respectivamente; Entre Ríos 368, construida por Amador Soler en 1909; Santa Fe 1290, de Felipe Censi; San Luis 653, de Crexell e Hijo, de 1911; Urquiza 1772/74/76 y 1623, construidas por Rosendo Soler las primeras y por Pedro Pinazo la segunda; Presidente Roca 1576, realizada por Perla y Rezzara; o las de Mitre 431, Rioja 1260 y Laprida 841, cuyos constructores no están identificados, realizadas todas en el período 1900-1920.
La presencia importante del "art nouveau" en Rosario reconoce varias razones, desde la frecuentación personal de buena parte de la clase adinerada de las capitales europeas en sus viajes en los grandes vapores de la travesía oceánica, al acceso a revistas y publicaciones en las que era posible conocer las novedades de aquel movimiento que constituía una "modernidad" casi transgresora frente a los criterios cul­turales y estéticos del siglo XIX.
No menos relevancia en la aparición de edificios y viviendas con fachadas y detalles "art nouveau" tuvo la consolidación de una clase media inmigratoria, con posibilidades económicas apreciables (y con una vocación menos tradicionalista que buena parte del sector social cuya fortuna se había amasado ya en la segunda mitad del siglo ante­rior), deseosa de ser partícipe también, a través de la vivienda, del mobiliario, de las joyas o de los objetos, de las novedades de ese "arte nuevo".

La evolución arquitectónica de Rosario en las dos primeras décadas del siglo XX acompaña a la del país en el mismo lapso. El Art Nouveau aparece casi simultáneamente aquí y en Buenos Aires, siendo adoptado en nuestra ciudad por la floreciente burguesía comerciante de origen inmigratorio. Este sector social busca, a través de la diferenciación e indivi­dualización de sus obras, expresar su creciente autonomía. A este fenómeno no es ajena la búsqueda de identificación y de proyección hacia la ciudad, cuyo objetivo se evidencia tanto en la creación de espacios societarios, como a través de edificios símbolos, aptos para permitir la perduración de su nombre o la visualización del poder económico y obviamente también en la vivienda.
(Mesanich y otros: Op. cit.)

Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “decada infame” Tomo I. Autor Rafael Ielpi Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens Ediciones