miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA HORA DE LOS BRINDIS


 
Por Rafael Oscar Ielpi
Aquella clase social adinerada, afecta al teatro y a la lírica tanto co­mo a la figuración social y a una módica ostentación de su riqueza • -en especial a través de sus mansiones y mobiliarios pero también por el refinamiento que pudiera exhibirse en materia gastronómica- era la principal consumidora de toda una serie de bebidas y alimentos que, provenientes por muchos años de Europa, eran habituales en la mesa de esas familias y en muchas de las de clase media, sobre todo de origen inmigrante, para las cuales al aceite de oliva y las conservas de pescado, por ejemplo, eran parte de su tradicional cultura gastronómica.
No debe extrañar entonces que el champagne fuera bebida habitual en el primer sector, en banquetes y festejos, y que una numerosa variedad de marcas, con abrumadora mayoría francesa, ~ apareciera en publicaciones periódicas, en diarios y revistas de Rosario. En esa lista pueden hallarse nombres de productos todavía vigentes junto a otros olvidados ya o desaparecidos. Entre los primeros, se bebían ya en el 900 el Moet & Chandon, proveniente de una "maison fondee en 1743", importado por Copello y Berlingieri; el Pipper, que hacia 1905 importaba Ignacio Granados, o el aún selecto Veuve Clicquot, que en 1910 se publicitaba con dudo­sa rima, recomendando: "¡Al gran pueblo argentino, salud!/ de­ben decir hoy los habitantes/ de esta gran nación./ Para que tenga eficacia su brindis,, no se olvide hacerlo tomando/ Champagne Veuve Clicquot..."
 Junto a los mencionados se consumían otros, provenientes de Reims, como el Champagne Irroy, "la marca del día"; el George Goulet, importado por M. Tiscornia, o el Archiduc, de Charles Heidseck; el Bollinger, "el preferido de la aristocracia inglesa"; el Ayala, "proveedores de Sus Majestades Eduardo VII y Alfonso XIII", lo que otorgaba prestigio adicional a la marca, a la que representaba en Rosario Otto Grieben, el Delbeck, "champagne de 1 "ancianne coeur de France", y el Gold Lack, elaborado en Epernay, Francia.
La preeminencia del gusto francés en buena parte de las costumbres importadas por la burguesía rosarina, desde la moda a la comida, hizo que también el cognac formara parte de las costumbres de los clubes exclusivos o del final de los banquetes. Eran por eso requeridas las marcas de ese origen, como el Robin Extra Vieux, de Jules Robin; el antiguo Martell, el Croi-zet, el Otard Dupuy, importado por Portalis y Cía. o el Domecq español, del mismo modo que la tradición británica del whisky imponía, ya entre 1900 y 1929, muchas marcas que seguirían siendo famosas casi un siglo después, como eljohnny Walker, fabricado desde 1820, o los de la destilería John Haig Co.: Markinch, Glen Leven, God Label y Dimple; el H&R, "único whisky servido en los banquetes del Centenario", se­gún una publicidad de 1911; el Dewar, "Gran Prix de París 1900 de la Exposición Internacional", el White Horse, importado en 1910 por Ongat y Araiz, o el Jubilee, de John Begg.
Mucho más difundidas, por corresponder a la me­sa diaria de los sectores populares de la ciudad, eran otro tipo de bebidas, la mayoría de ellas provenien­tes también de las casas importadoras y consignata-rias que las traían desde Europa, que se tomaban en los cafés y bares y en las casas de familia. Algunas eran caras al gusto de los italianos, como el tradicional vermut, del que ya en el si­glo XLX se conocían varias marcas reconocidas y populares como el Carpano, "el más antiguo de los vermut", repre­sentado en la ciudad por Zenobio Peralta; el Cora, el Glau-da, los famosos Cinzano y Martini o los rosarinos Giacometto, Henzi y Torino.
La Destilería Henzi fue fundada por el suizo Francisco Henzi, nacido en Berna, hacia 1888, en la esquina de Salta y Corrientes; elaborando primero cognac y ron, y luego el vermut que adquiriría prestigio nacional. Licoreros como el anterior serían los hermanos Antonio y Luis Balbiani, en cuyo establecimiento de Paraguay 866 se elaboraba su producto más popular, el Vermut Nacional. Del mismo origen italiano que los anteriores era Humberto Bonaudi, que inicia su actividad en 1895 y que como "Arrighi y Bonaudi" se contaría entre las empresas licoristas más conocidas de los primeros años del siglo, con fábrica en Italia 585, desde donde salían los cajones de Vermut Torino y Amargo Argentino.
Los alemanes aportaron asimismo lo suyo al extenso espectro de los li­cores, como Herwig y Cía., iniciada en 1885 como "Herwig Hermanos", con establecimiento en la esquina de Urquiza y Santiago. En ella trabaja­ban casi un centenar y medio de personas, que se encargaban de la elaboración del Vermut Herwig y el Anís La Trigueña, productos muy reconocidos entre 1900 y 1920.
De gran envergadura sería otro establecimiento licorero rosarino, el ini­ciado por dos miembros de la familia Weindenburg, Albert y Hermán, quienes se instalaron en la ciudad en los finales de la déca­da del 70, estableciendo la empresa Weindenburg y Herwig, que perduraría hasta 1886, cuando la llegada de Heinrich Joseph Weindenburg -padre de aquéllos- determina la consolidación de la empresa, la compra poco tiempo después de la cervecería de A. Schneider y Cía, y la formación de la sociedad anónima Destilería, Bodegas y Cervece­ría Germania, que alcanzaría prestigio y expansión en los primeros años del siglo XX.
Así, entre banquetes y agasajos, los rosarinos de 1900 a 1930 eran consumidores consecuentes de un vasto espectro de bebidas, del mismo modo que eran clientes y habitúes de otros establecimientos donde la gastronomía y el rito café se convertían en reales ceremonias cotidianas.

 Fuente: Extraído de la colección  “Vida Cotidiana – Rosario ( 1900-1930) Editada por diario la “La Capital