miércoles, 6 de junio de 2012

HACIA LA CONFORMACION DEL PARTIDO DEMOCRATA PROGRESISTA


La "revolución por los comicios" al decir de Cárcano produce en la sociedad argentina un verdadero revulsivo : los debates internos crecen en el seno de los partidos nuevos (abstención, participación, viabilidad de las propuestas, niveles de consenso, etc) como la Unión Cívica Radical o el partido Socialista, alcanzando incluso a las propias filas de los viejos partidos acuerdistas, quienes sienten la necesidad de un "aggiornamiento" a fin de competir en el mercado electoral nacional. La norma jurídica acaba de ampliar teóricamente la participación política; sin embargo, subsisten aún una serie de condicionantes al desarrollo de la propuesta democratizadora, explicitados particularmente en la persistencia de niveles de exclusión que alcanzan fundamentalmente a las mujeres y a los extranjeros.
Lisandro de la Torre está convencido de la necesidad de gestaren estas nuevas condiciones una fuerza política de proyección nacional, sustentada en la "indiscutible capacidad del pueblo argentino para el ejercicio de la democracia". (Raúl Larra,op. cit.TomoV. p. 86).
El tribuno santafesino recupera para esa instancia democrática el rol esencial del partido como mediador entre la sociedad civil y la política: "La falta de partidos es un mal muy grave, que se cura afortunadamente cuando el pueblo adquiere o recupera los derechos electorales. Los gobiernos sin partido van a concluir ahora, en la República Argentina, y estamos asistiendo, como actores y espectadores, a las resistencias finales de un sistema que pretende sobrevivir a su tiempo... el gobierno de partido es la condición esencial del progreso político en todos los órdenes, y los partidos son los instrumentos necesarios para el ejercicio de las instituciones libres. El desprecio por la política es una prueba de ignorancia y de falta patriotismo…”(Ibidem, pág. 41-42).
Desde la perspectiva de Lisandro la "falta de partidos enerva la vida pública y extingue las virtudes viriles de los ciudadanos (...). Entre nosotros es frecuente escuchar voces que deploran el alejamiento sistemático de la política, de cantidad incalculable de ciudadanos calificados y representativos. Si eso se reputa un mal, sépase que es con-secuencia directa de los gobiernos sin partido, que buscan siempre cuidadosamente para ocupar los altos cargos públicos, hombres desvinculados, capaces de ajustarse a todas las políticas, y de cambiarlos llegado el caso. (Ibidem, pág. 42)
Partiendo de tales premisas acepta brindar su apoyo a la creación del Partido Demócrata Progresista ( (PDP) bajo dos condiciones: 19) que se organizaría un partido nuevo, independiente de la tradición de todo partido anterior, tan distante del radicalismo hipolista, como del viejo partido del General Roca; 29) que ese partido "nuevo" sería además permanente y con programa debidamente democrático. (Ibidem, pág. 86).
En pos del partido "nuevo" comienza a trabajar conjuntamente con sus compañeros de la Liga, otros  grupos provinciales y déla capital con un importante apoyo juvenil, particularmente en los claustros universitarios. El 14 de diciembre de 1914 el PDP aparece como nuevo referente en cuyo interior pugnan dos proyectos diferentes, uno democrático y otro reaccionario, este último con estrecha vinculación con el Partido Conservador Bonaerense encabezado por Ugarte y el Partido Provincial de Santiago del Estero dirigido por Castañeda Vega, el sobrino político de Victorino de la Plaza. Las tensiones generadas por las dos fracciones no sólo van a colocar en serio riesgo la supervivencia del proyecto partidario sino que van a favorecer el triunfo radical. Desde el comienzo Lisandro debe defender con firmeza las  " normas morales y democráticas " no sólo en el programa global sino en el desarrollo mismo de las prácticas partidarias : el desarraigo de los procedimientos antiguos y personalistas, el funcionamiento de convenciones amplias y libres, la organización abierta y el potencial acceso equitativo a los cargos de dirigencia, la elección directa para la proclamación de fórmulas, etc. Discurso y práctica iban marcando el perfil de ese político que se definía como liberal y progresista y que por ende no duda en plantear su renuncia a la presidencia de la junta del partido en abril de 1915 cuando descubre que tales premisas han sido violadas por los representantes del mismo en la Cámara o cuando se intenta manipular, a través de acuerdos de cúpulas, la candidatura presidencial.
La construcción de una herramienta adecuada para la práctica política, sin embaído, no aparece como suficiente para garantizar el juego democrático. El santafesino, como otros intelectuales y políticos del momento, mira con detenimiento a ese ciudadano que va a expresar su opinión a través del voto. Siente que la reforma electoral no es suficiente para garantizar " la independencia perfecta del ciudadano en el acto de depositar su voto en las urnas". (Ibidem, pág. 37) Sigue en pie la estructura política de" ejecutivos fuertes o caudillescos", con " la posibilidad de disponer para fines electorales de una policía centralizada". Desmontar las bases de una matriz autoritaria y excluyente, en la que el clientelismo aparece como la práctica cotidiana requería a los ojos de Lisandro no sólo la sanción de otras leyes que impidieran a las autoridades" ejercitar coacción sobre los electores, antes, durante y después de una elección " sino el desarrollo de un programa de gobierno que diera respuestas reales a las demandas crecientes de esos ciudadanos que accedían a ese es­pacio público ampliado.
Las distancias que lo separan de la vieja política ugartista- asentada en el fraude y la corrupción - o del personalismo Yrigoyenista que conducirá al líder radical hacia una concepción de la política en la que el partido resultará permanentemente desplazado por la relación directa con el pueblo - en esa constante versión plesbicitaria -, también se plantean en el campo social. No comparte con los conservadores como Patrón Costas ni con Yrigoyen la visión de que la solución al problema social radica en " la conciliación de intereses ", evaluando que de " esa armonía ha de nacer el bienestar general, que es lo único que puede mejorar la condición de las masas ".(Ibidem, pág. 62 ). Es por ello que acuerda con un proyecto que, totalmente alejado de la visiones  organicistas, de los " enunciados genéricos", pueda canalizar operativamente la cuestión social. Analizando los problemas de la sociedad, la vertiente latorrista del PDP ha de elaborar una propuesta en 1915 que, aunque manteniendo la confianza en el modelo de desarrollo agroexportador vigente, plantea la necesidad de una reformulación del papel del Estado en esta nueva coyuntura. Compartiendo con otros observadores del momento una visión pesimista del papel jugado por el latifundio, alienta la subdivisión de la propiedad. Al mismo tiempo, y a partir de una mayor intervención del Estado en los niveles económicos y sociales, fórmula no sólo los lineamientos de un proceso de redistribución social diferente - particularmente a través de una política impositiva directa -sino también las pautas de una legislación social actualizada que coadyuve a dar soluciones a la fuerte conflictividad social. ( La Nación, 15 de setiembre de 1915). Reafirmando esta concepción le contesta a Patrón Costas : " Las clases media y proletaria no se conforman con quedar libradas a los beneficios que puedan derivarse del " bienestar general". Quieren saber concretamente qué propósitos tienen los partidos políticos sobre las cuestiones que a ellas les interesan : participación de los obreros en las utilidades de las fábricas, limitación de las grandes ganancias y de las grandes fortunas, pensiones a la vejez, a la invalidez, i etc, seguro contra la desocupación, impuesto a la renta, impuesto al mayor valor del suelo y otros puntos semejantes.
No caben ya equívocos sobre las cuestiones sociales y del trabajo, por más que ¡os conservadores argentinos no lo comprendan todavía. (Raúl Larra, op. cit/Tomo V, pág. 62).
En estas afirmaciones es posible hallar otra de las claves para comprender la crisis electoral del PDP en junio de 1916 y el triunfo radical. Estas mismas divergencias son las que concluyen con el sueño de la organización nacional demócrata progresista y las que ya en pleno gobierno de Irigoyen  explican el rechazo de Lisandro a presidir la "concentración conservadora" que se comienza a gestar a partir de 1918.
Fuente: extraído de la revista “Rosario, su Historia de aquí a la vuelta  Fascículo N• 7 de Noviembre de 1990