La guerra de 1914 daba sus primeros cañonazos y desde el
comienzo de la tragedia, unos eran partidarios de los Imperios Centrales y otros de los Aliados, y chicos y grandes continuamos en las mismas enseñas partidarias.
"Mis recuerdos evocan figuras muy prestigiosas ya en ese tiempo, que tenían un ganado prestigio en el mundo de las letras y, por
supuesto, en la ciudad. Nombres como Dermidio T. González, Dermidiote, como le decíamos en guasa, autor de
novelas, que luego se habrían de llamar
"rosas", pero que se quiera o no, tenía prestigio dentro de la sociedad, si bien
muy poco entre la juventud. Alberto J. Mazza, gran orador y poeta decadente, cuyo nombre
veíamos de vez en cuando, en revistas
de importancia como Caras y Caretas, de Buenos Aires.
"José M. Bertotto,
paladín socialista, buen "panfletario", que había sido compañero del
escritor José Barret, cuyo nombre reverenciaba y con mucha justicia, era otra
de las figuras conocidas. También estaba don Emilio Ortíz Grognet, tal vez el
más célebre de todos los evocados, por la convivencia que tuvo con la
"generación del 1900" en Buenos Aires. El bardo español don Vicente
Medina, que estaba por esa época publicando sus Obras Completas y que ya poseía un nombre, incluso respetado en la península. El doctor Juan Álvarez, por
aquellos tiempos director de la Biblioteca Argentina patrocinada por la institución El Círculo, el cual no había publicado en aquella época libro alguno.
"Otro poeta español, hombre agudo pero de un
estado bohemio imposible, publicaba sus sonetos y romances, unos con añoranzas
de su tierra y otros adaptándose al clima nacional. Don Diego Ortíz Grognet
comenzaba sus andanzas por el teatro en donde ya era célebre el doctor Camilo
Muniagurria. Otros no recuerdo, pues sus nombres escapan a mis evocaciones, lo
cual lamento.
Fuentes: Capítulo
9 extraídos del libro Rosario era un espectáculo ¿Arriba el telón! Autor: Héctor
N. Zinni de 1997