viernes, 26 de agosto de 2011

PLAZA SAN MARTÍN


por Julio Fingerit


Un coche tirado por un
 magnífico tronco árabe


Cuento:

Fortunato Pérez mandó levantar en la calle Córdoba, en fren­te de donde hoy está el palacio de los Tribunales, una am­plia casa de un solo piso alto. Esta casa era por fuera muy sencilla, por dentro muy capaz. Tenía un gran jardín trasero y entrada para coches. Los fondos daban a la calle Rioja.
Pero en aquella casa grande, hecha del más rico material y amue­blada con el más severo lujo, no se recibía jamás. Fortunato Pérez vivía en ella solo, con sus criados. Fortunato Pérez gustaba poco de los amigos, y tenía en efecto pocos. Era, en el fondo, muy tími­do, y a sus años, todavía soñaba con una imaginación de niño.
Fortunato pasaba todos los días en su coche, tirado de un mag­nífico tronco árabe, por delante de la Plaza San Martín, que enton­ces era montuosa. Frente a la Plaza San Martín había algunas de las más grandes casas de Rosario, habitadas por algunas de las principales familias. Una de estas familias era la de Lazarovic. Al mediodía las muchachas rosarinas, solían salir, como todavía lo ha­cen hoy, por la calle Córdoba, bajo pretexto de tomar sol o de ha­cer compras, a verse las caras y saludarse. Las muchachas de La­zarovic hacían lo que todas. Todo el mundo allí se conocía, aunque ya no todos se saludaban como algunos años antes cuando la ciu­dad era más aldeana. Fortunato Pérez, a aquella hora, se paseaba a pie por la calle Córdoba, en seguimiento de María Lazarovic

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"Con sólo gente decente no se puede escribir una novela decente", dice Julio Fingerit, quien encuen­tra en la Rosario de fin del siglo XIX suficientes per­sonajes indecentes como para armar una singular novela naturalista.


Fuente: Publicado en “Rosario Ilustrada” Guía  Literaria de la ciudad.- Editorial Municipal de Rosario del 2004.-
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