martes, 21 de junio de 2011

INQUILINOS, COCHEROS Y MAYORALES


El movimiento sindical continuaba consolidándose mientras Rosario se desarrollaba económicamente y socialistas y anarquistas se disputaban la dirección del movimiento obrero. Estas rivalidades malograron muchas conquistasque, se podrían haber efectivizado en bien de las clases trabajadoras de la ciudad.
En 1907 se produjeron nueve huelgas, que contaron con el apoyo de más de diez mil obreros. Una de ellas fue la de inquilinos, que si bien tuvo si origen en la ciudad de Buenos Aires, alcanzó aquí características particulares que no figuran en las historias conocidas sobre el movimiento obrero argentino.
Otra huelga importante fue la de los cocheros de plaza o personal de rodado, quienes luego de una asamblea concretada el 15 de enero de 1907 resolvieron devolver la libreta de trabajo hasta que se los eximiera de la obligación impuesta por la Ordenanza Municipal de Tránsito de estampar sus impresiones digitales. La intransigencia del Jefe de Policía, autor de la inicitiva, y del Intendente Municipal, que lo secundaba, provocaron el paro de actividades de los cocheros. La Federación Obrera Rosarina, solidaria con ellos, proclamó la huelga general. El conflicto seextendió a la capital provincial y posteriormente al resto del país. Si bien los obreros del rodado no pudieron evitar la aplicación de la norma cuestionada, obtuvieron en cambio la renuncia de su propulsor, el mencionado jefe policial.
En Santa Fe, durante el desarrollo del conflicto, tuvo participación el Ejército, aunque se produjeron, con ese motivo, algunos hechos significativos. La Capital en su edición del 25 de enero, consignaba que “un oficial de línea se negó a acatar una orden del jefe de Policía intrino, de disolver un grupo de trabajadores huelguistas manifestando: No he venido a pelear con el pueblo sino a custordiar la estación ferroviaria..”
Durante 1908 paralizaron sus tareas cerca de 3000 obreros participaron en cinco huelgas, lo que constituyó un período relativamente tranquilo en relación con los anteriores, que se han esbozado brevemente.
Un año después, el hecho más relevante y singular fuel la huelga de empresarios rosarinos, apoyada posteriormente por los obreros. Los comerciantes habían solicitado al intendente la derogación de la denominada Ordenanza de Impuestos, y su sustitución por la que se encontraba vigente hasta el año anterior. Los empresarios, la pequeña burguesía rosarina y los sectores sociales vinculados a la misma, se reunieron en el local de la sociedad “La economía Social” resolviendo por unanimidad “declarar la huelga de los gremios de comerciantes minoristas, y publicar un manifiesto dirigido a la población explicando las causas del conflicto”.
Se produjo entonces un caso singular. Socialistas y anarquistas – habitualmente enfrentados- , entendieron que los impuestos también afectaban a la clase obrera e hicieron causa común con los empresarios, decretando la huelga general.
La denominada sisa, el nuevo impuesto municipal cuestionado, no fue aceptada en consecuencia ni por los comerciantes ni por los trabajadores. “La ciudad – informaba La Capital- amaneció muerta de tráfico y movimiento; coches ni carros se veían por ninguna parte. Sólo circulaban corn normalidad los tranvías eléctricos. En una palabra, la vida comercial de la segunda ciudad de la República estaba suspendida”.
La Liga del Sur, integrada por la pequeña y mediana burguesía rural y urbana realizó una reunión para tratar el conflicto, con la presidencia de Lisandro de la Torre y dio a conocer un documento defendiendo los intereses de comerciantes y trabajadores.Como consecuencia de aquellos sucesos, renució el intendente Nicasio Vila, tras negarse a acceder a las peticiones de los huelguísticas mediante un decreto que consignaba “no hacer lugar a la solicitud que precede y pasar estas actuaciones al Concejo Deliberante para la resolución que corresponde”.
Para efectuar un estudio exhaustivo sobre el desarrollo de las actividades gremiales rosarinas se necesitan las páginas de un libro. Lo narrado sintéticamente, con sus correspondientes testimonios es sólo una parte mínima del acontecer sindical de una ciudad que, como Rosario, conoció grandes luchas, algunas de las cuales constituyen reales páginas de la historia social del país.
Debe señalarse que desde 1907 a 1910 –los años de los orígenes- el desarrollo gremial en la ciudad fue en permanente crecimiento, y a medida que la industria modificaba su estructura económica y social se acentuaban los conflictos. Lo que no pudo evitarse durante muchos años fue, en cambio, la tremenda lucha ideológica entre socialistas y anarquitas( ya mencionada), que se mantendría hasta después de 1918, cuando a consecuencia de la revolución bolchevique de octubre de 1917, se fundó el Partido Comunista y comenzó a consolidarse en Rosario la corriente ideológica marxista.
Desde 1910 en adelante se inicia otra historia, no menos importante, que se inaugura con la huelga ferroviaria, prosigue con el Grito de Alcorta y se prolonga en otros movimientos reivindicatorios que tienen a la clase trabajadora como protagonista y a las agrupaciones sindiciales como sus voceros.
Esa segunda etapa de consolidación del sindicalsimo en la ciudad (con una cada vez menor influencia de los movimientos libertarios, que fueron perdiendo inserción y predicamento en las masas obreras) tuvo lugar después de 1910, cuando junto a los falsos oficiales de celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, se sucedieron algunos conflictos de suma gravedad.
En ellas, el papel de los anarquistas no fue en modo alguno secundario sino todo lo contrario, y el protagonismo alcanzado por los inflexibles militantes libertarios culminó con el asesinato del Jefe de Polícia porteño, el coronel Ramón L. Falcón. A este hecho sucedería una larga nómina de enfrentamientos, de represión y de discriminación hacia los inmigrantes, que culminaría a su vez con medidas del tipo de la Ley de Residencia.
Este ciclo posterior al Centenario tendría, hasta 1930, algunos momentos relevantes, emparentados siempre con las duras y sangrientas respuestas que el orden conservador imponía a las demandas de los sectores populares, por entonces carentes aún de una organización consolidada, capaz de ofrecer sería resitencia al sistema.
Dos de ellos, el asesinato en 1928, de Luisa Lallana( joven y modesta obrera portuaria dedicada a coser boldas de arpillera) a manos de un sícaro de la tristemente célebre Liga Patriótica Argentina, fundada por el rosarino Manuel Carlés, y el fusilamiento, si siquiera juicio sumario, del obrero catalán Joaquín Penina, en 1930, en las barrancas del arroyo Saladillo, acusado de una nunca probada distribución de un manifiesto contra el dictador Uriburu, se inscriben entre los más dramáticos de la historia del movimiento obrero de la ciudad.
Del mismo modo, lo hacen las huelgas que, desde 1927 en adelante tendrían al Frigor´fico Swift como proptagonista. Todos esos hechos se relacionan con una gesta similar, de casi medio siglo antes: la iniciada por anónimos inmigrantes, hombres y mujeres que ( llegados de una Europa que sólo les ofrecía misería, traían sin embargo con ellos la semilla de la justicia social y de la dignidad de la clase obrera) dieron forma, contenido y pasión a las iniciales “asociaciones obreras”, a las cooperativas y a los primeros sindicatos de Rosario. La ciudad que, como ninguna otra en la Argentina, resguardaría esa herencia inmigratoria en su fisonomía cultural, en sus costumbres y en su perfil definitivo y definitorio de verdadera capital de la Pampa Gringa

Fuente: Bibliografía  publicada en la Revista “Rosario  Historia de aquí a la Vuelta “ Fascículo N• 20
Autor: Placido Grela  Ediciones De aquí a la Vuelta de mayo 1992-------