martes, 24 de mayo de 2011

Raíces en la Tierra RICARDO CABALLERO – Médico Político ( 1876-1963)

Hipólito Yrigoyen y Caballero mismos ideales políticos.

Poeta, médico, docente, historiador, veicegobernador, legislador nacional fue una destacada personalidad de revisionismo histórico

 Por Luis Etcheverry

Por raigambre, vocación y voluntad, el doctor Ricardo Caballero ( Ballesteros viejo, Córdoba, 5/12/1876- Hume Rosario, 16/7/1963) fue el hombre de la tierra y de su comarca natal. Polifacético y criollo hasta la médula, de estatura mediana, contextura fuerte y mirada penetrante, su personalidad descolló en casi todo lo que abordó. Amigo de Leopoldo Lugones, Gustavo Martínez Zuviría y otros intelectuales de la época, fue poeta y diáfano prosista, traductor de Musset y Verlaine, estudioso del girego antigüo, que leía y hablaba con fluidez, y de los autores clásicos. Médico, docente indagador de la historia de impronta revisionista, revolucionario en 1905 y caudillo radical de toda la vida ( en 1916 José Luis Padula, autor de “9 de Julio”, le dedicó el tango “el taita Caballerito”), fue además hombre de Estado.

Maestro normal recibido en Paraná se graduó de médico en Córdoba. Radicado en Rosario, organizó y dictó Historia de las Doctrinas Médicas en la Faculta de Mëdicina de la UNL. Allí creó la Biblioteca Clásica de Medicina, dueña de un valioso patriminio bibliográfico, que el propio Caballero acrecentó comprando valiosos ejemplares históricos en Francia, Inglaterra, Italia y Alemania gracias a un subsidio de 100 mil pesos del Senado de la Nación en 1922. Tenía un conocimiento y un olfato extraordinario para las obras más importantes. De regreso, uno de los anticuarios europeros quiso recomprarle parte del material a un precio mayor. No se explicaba cómo podía habérselo vendido. Obviamente, Caballero se negó.
Hombre de acción y estudio, adhirió muy joven al radicalismo. Fue vice de Manuel J. Menchacay primer gobernador electo en 1912 segín la ley Roque Saénz Peña; también jefe de policía de Rosario(1928), presidente de la Caja Nacional de Ahorro Postal ( 1932-1936) y diputado y senador nacional ( 1937-1943).
Contradictori, como cualquier humano, encaro de una manera dramática y quizás única el viejo espíritu de la tiera en su expresión más austera, dura y tradicional. Cabalgó su niñez sobre dos mundos enfrentados en lucha desigual y terminal: uno el de sus mayores, que lo subyugaba, el del imperio del arquetipo del gaucho de la vastedad de la pampa; otro el del cambio profundo e irreversible, obra de la marea inmigratoria y el progreso material, ambos incontenibles. Dos  mundos cuyos símbolos en su bella prosa ( Páginas literarias del último caudillo”, recopilación de Andrés Ivern y Francisco J. Rojo) son la antiquísima carreta de bueyes y el ferrocarril. Si bien sus recuerdos de la arcadia perdida provenían de su niñez, toda su vida estuvo impregnada  por la añoranza y exaltación de un pasado definitivamente sepultado. Por su propia voluntad, hoy descansa en paz en el cementerio de Ballesteros viejo, el polvoriento pueblo de su niñez. Ese donde había sido confirmado en la fe por su mismísimo fray Mamerto Esquiú ( era uno de su orgullos) y cuya parroquia se levanta en el solar de su casa familiar, que Caballero donó en 1939 a la Iglesia Católica.


Fuente: bibliografía extraida del la revista del diario La Capital de los 140 años.